Nada más ver los naipes de póker
se nos viene a la mente una partida de póker formando manos y pensando en
estrategias para cada calle. Pero hay más juegos aparte del póker que se
pueden disfrutar con esas mismas cartas y que son perfectos si buscas algo divertido,
pero con un componente mental más reducido.
¡Ojo! No queremos decir que no exista
un componente estratégico en estos juegos, pero reconozcámoslo: el póker
puede resultar extenuante, sobre todo cuando aún no se tiene el nivel
suficiente como para tener bajo control las principales variables.
Es todo un clásico de los juegos
de cartas. Con las de póker también se puede jugar, manteniendo su concepto
básico apto para todos los públicos, con una premisa bien sencilla que
es el desencadenante de todo lo que sucede en el juego.
Recomendado para cinco o seis
jugadores, el objetivo es el mismo para todos: quedarse sin cartas. Cuidado,
aquí más que la suerte lo que importa es la memoria. En el turno de cada
jugador, dice lo que tiene en la mano, pudiendo ser verdad o mentira. Se
colocan las cartas en el centro (cubiertas) y el siguiente jugador tiene que
juzgar si dice la verdad o no.
Si le cree, debe aumentar la
cantidad y puede pasar el turno. Si no le cree, tiene que levantar las
cartas. Si el jugador que ha emitido el juicio ha mentido, se queda con todo lo
que hay encima de la mesa. Pero si era cierto, se las queda quien ha levantado.
Jugar con el comodín da un
colchón de seguridad y es una manera interesante de fomentar la mentira
para dar una segunda oportunidad a quien falle.
Estamos ante otro juego que se
puede jugar con cartas de póker. Puede jugar hasta una docena de personas y se
pueden incluso meter varias barajas. Es considerado por algunos un juego
de póker de cartas de cooperación, por lo que hay que jugar en equipo.
Se escogen tantos grupos de 4
cartas del mismo índice como número de jugadores juegan. El objetivo es lograr cuatro
cartas con el mismo índice intercambiándolas con los jugadores
siguiendo un esquema concreto: cada uno coloca una de las cartas que tiene boca
abajo, cuenta hasta tres cada jugador da su carta al jugador que tiene a su
derecha.
La mecánica se repite hasta que
uno acabe y logre las cuatro cartas de índice idéntico. Cuando eso ocurre, debe
poner la mano en el centro de la mesa y gritar “¡burro!”. En ese instante,
todos los jugadores deben poner la mano encima de la del ganador. El último
que la ponga, pierde.
Como ocurre con casi todos los
juegos con cartas de póker que se juegan con amigos, hay versiones para todos
los gustos. En algunas zonas se juega incluso con varias rondas donde se
designan a ganadores y perdedores.
Estos seguramente los conozcas
por haberlos jugado desde la infancia con cartas diferentes o con normas
más sencillas. Has de saber que cada uno de los juegos de cartas que se juega
con barajas de póker admiten también variantes y concesiones para seguir
jugando a la manera de siempre. ¡Perfecto si no quieres reaprender a jugar un
juego clásico!
Este juego es ideal para jugar
con cartas de póker. Su mecánica es muy sencilla: todo se basa en mentir y
en saber defender tu mentira. Hay dos roles: el de defensores y el de
mentirosos. Los jugadores aquí cogen el mismo número de cartas que jugadores
participan (si sois seis, cada uno coge seis cartas).
Al ser seis, se cogen tres
cartas negras y tres rojas. Si sois siete, pues cinco rojas y dos negras o
viceversa. Se mueven y se reparte una a cada jugador. Aquí hay narrador que
será uno de los jugadores, pero el narrador solamente participa cuando en la
partida hay dos o tres rojos. Si no, no.
El narrador actúa de mediador
porque el juego se basa en las acusaciones, de ahí que sea tan
importante la defensa. Los rojos tienen el objetivo de mentir y no ser
descubiertos, mientras que el objetivo de los negros es precisamente descubrir
a los mentirosos, los rojos.
Un mítico que, además, no
requiere de más jugadores para ser disfrutado. Aunque es un juego
que no potencia el carácter social del resto, es una forma genial de entrenarse
manejando las cartas y aprender la escala y jerarquía de cartas.
La premisa es sencilla: reunificar
las cartas en sus respectivos palos por orden. Las cartas del mazo se van
usando para situarlas en orden descendente, y las cartas de la columna en la
que estemos jugando deben permanecer tapadas hasta que no consigamos recolocar
esas cartas en una columna diferente para unificar la jerarquía. Solo
entonces podremos destaparla y ver si podemos utilizarla para continuar la
misma u otra escalera.
Para mover las cartas no hace
falta que la escalera esté completa, pero sí que los naipes se coloquen en
orden. Los cuatro ases se colocan aparte y sirven para ir colocando los
mazos finales, lo que también permite ir descubriendo más cartas de las
columnas finales, las que más cartas tapadas tienen.
Es de los juegos con cartas de
póker que menos componente estratégico tiene, pero es igualmente
disfrutable en momentos en los que es imposible reunir a un equipo para formar
juego.
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