Que apostar es ilegal en muchos
países es algo bien sabido por quienes conocen un poco el mundillo de las
apuestas deportivas. Los juegos de azar y las apuestas no están permitidos
en todos los países y, aunque en Occidente parece muy común poder apostar
tranquilamente en cualquier casa de apuestas o a través de Internet, no en
todos los rincones del planeta existe tal libertad.
Para evitar sustos en tus futuras
visitas a extranjero, hemos preparado un breve recopilatorio con algunos de los
países más importantes del mundo cuyas leyes prohíben expresamente las
apuestas deportivas y los juegos de azar.
Aquí tienes un listado con
algunos de los países en los que bajo ningún concepto deberías pensar ir si lo
que quieres es dedicarte a las apuestas:
Empezamos con un país de plena
actualidad. Además de acoger el Mundial de fútbol y de copar titulares por las
cuestionables condiciones en las que se ha sacado adelante toda la
infraestructura para la celebración del evento, Qatar es también conocida por
sus majestuosos edificios y sus restrictivas leyes en cuanto a
libertades.
Eso incluye las apuestas
deportivas y es considerado el país más inflexible, porque no solo se
prohíben las apuestas deportivas sino todo tipo de juegos: loterías, casinos…
Como suele ocurrir, la prohibición despierta el interés de muchos y existen
muchos fans de las apuestas deportivas que buscan vacíos legales para usar una
VPN y hacer ilocalizable su conexión.
El país más hermético del mundo
es conocido por sus excentricidades militares, por las deplorables
condiciones de vida de sus ciudadanos y por contar con una legislación que
prohíbe cosas tan absurdas como llevar el mismo peinado que el Líder Supremo.
Al lado de esas normas, que esté
prohibido apostar parece algo sin importancia, aunque los turistas sí pueden
hacerlo siempre y cuando estén acompañados durante todo el trayecto. En toda
Corea del Norte solo hay un casino y está ubicado en la capital, Pyongyang.
Es un caso parecido al de Corea
del Norte, ya que su legislación prohíbe expresamente cualquier juego de azar,
pero el gobierno permite que se realicen apuestas si estas tienen lugar en un
casino en concreto, el Casino du Liban, ubicado en Jounieh.
Algo que también es común en
Líbano es llevar a los aficionados en barco mar adentro, donde pueden apostar
debido al efecto que eso tiene sobre las legislaciones de los países y su
aplicación, que quedan suspendidas cuando un ciudadano se encuentra en aguas
internacionales.
En muchos aspectos, Japón es
considerado un país avanzado. Sin embargo, hasta hace bien poco, las apuestas
estaban prohibidas (a excepción de los Pachinko, permitidos por
tradición cultural).
Poco a poco, los nipones han ido
creando normativas más laxas y se han ido permitiendo algunos juegos de
apuestas en espacios concretos, como hoteles, casinos o incluso salas de
eventos. Pero nada de apostar online, eso por ahora lo tienen claro.
La aplicación de la Sharía
impide permitir cualquier tipo de juego de azar, y eso incluye a las apuestas
deportivas, tanto físicas como online. La ley musulmana restringe muchos de los
principios fundamentales de la libertad y los derechos humanos, pero tiene
tanto peso que su aplicación no se discute.
Hasta ahora, no se ha conocido ningún
caso en el que se haya perseguido a apostadores online, aunque sí es cierto que
existen grupos de las autoridades que se dedican a chequear y monitorizar el
tráfico en webs susceptibles de ofrecer estos servicios.
Los apostadores y los
organizadores de estos sitios web se pueden enfrentar a una pena de prisión
de seis meses, cuando no ser castigados físicamente.
Lo de Chipre resulta bastante
chocante, porque es miembro de la Unión Europea y la normativa comunitaria ha
apostado por la regulación de los juegos de azar y las apuestas deportivas. Sin
embargo, Chipre, aunque no las condena del todo, sí deja claro en sus leyes que
es algo punible e ilegal.
Solo se permiten excepcionalmente
apuestas en el Melco Cyprus Resort, y últimamente se ha consolidado la
idea de permitir las apuestas deportivas; no así el resto de juegos de azar,
que quedan prohibidos en todas sus modalidades en línea.
El caso de Singapur es digno de
estudio, porque sus leyes prohíben apostar en lugares privados si se
carece de un permiso especial para ello, pero las apuestas deportivas se
pueden realizar en espacios concretos y en locales que cuenten con la
aprobación del gobierno.
Lo que nos hace levantar la ceja
es que Singapur es de los países que más dinero genera por las apuestas
deportivas. O bien deberían dejar de aplicar prohibiciones para regular
todo ese flujo de dinero, o se hace la vista muy gorda para facturar semejante
cantidad de beneficios en el sector.
Cualquier tipo de apuesta está
totalmente prohibida en el Estado de Brunéi. Aunque su código penal no es
demasiado específico, se persigue sin dudarlo a quienes hayan realizado
apuestas en Internet y cualquier actividad relacionada está penalizada. Es de
los países que más estrictamente aplica la ley musulmana.
Apostar es ilegal en Camboya,
tanto en espacios digitales como en casas de apuestas o casinos físicos. Ahora
bien, los ciudadanos tienen la oportunidad de jugar a la lotería si lo desean,
siempre que sea una de las cinco promovidas por el propio gobierno.
Los turistas sí tienen permitido
acudir a casinos y realizar apuestas deportivas. Al fin y al cabo, es una fuente
de ingresos adicional para las arcas públicas.
El código 414 de su código penal
establece que cualquier ciudadano cuya participación en juegos de azar pueda
probarse, recibirá un castigo de hasta dos años de prisión. Las apuestas
deportivas están bajo un exhaustivo control del gobierno, que regula con
mil ojos la red para prevenir que se lleven a cabo estas actividades.
Todas las prohibiciones en lo
relativo a las apuestas deportivas tienen un mismo denominador común: la
aplicación de leyes (sobre todo la Sharía) que interfieren en las libertades
individuales y en los derechos humanos. Eso hace que cualquier actividad relacionada
con los juegos de azar o las apuestas deportivas estén prohibidas, mal
vistas o se regulen con mano de hierro.
En países donde el sentido de la
moral tiene tanto peso en la vida política y social, se asocian las apuestas
deportivas y los juegos de azar con un estilo de vida ligero y dado al onanismo,
de modo que se aplican duras penas en muchos casos para quienes se consideren
“descarriados” de la ley musulmana.
Su prohibición nada tiene que ver
con el intento de combatir hábitos irresponsables de juego, para lo que sería
necesario una regulación que no limitara las libertades de los usuarios, pero
sí abogara por la creación de un espacio seguro que fomentase la
participación sin riesgos de los aficionados.
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